Ella es Karla Guadalupe, una niña de solo 3 años que vivía en Mexicali, Baja California, México. Su vida, que debería haber estado llena de risas y juegos, estuvo marcada por el dolor. Karlita fue víctima de un maltrato cruel y constante que terminó por arrebatarle la vida.
La pequeña sufría lesiones de todo tipo. Quemaduras en su delicada piel, marcas que parecían hechas con cigarrillos, fracturas en varias partes de su cuerpo, algunas tan antiguas que ya habían sanado, y otras recientes que demostraban que las agresiones nunca se detuvieron.
En su cuerpecito había señales de golpes desde la cabeza hasta los pies, moretones de diferentes colores que contaban una historia de violencia prolongada.
El pasado viernes, Karlita llegó al Hospital General de Mexicali tras ser llevada de urgencia por una ambulancia. Según la versión inicial de su madre, había caído de una silla.
Sin embargo, los médicos pronto descubrieron la verdad: las heridas no eran nuevas y no podían haber sido causadas por un simple accidente. Los especialistas reconocieron las señales del síndrome del niño maltratado, un conjunto de lesiones crónicas que reflejan abusos continuos.
Karla luchó por su vida, pero las heridas fueron demasiado graves. Un traumatismo craneoencefálico, causado por un golpe con un objeto romo, fue la causa final de su muerte. A pesar del esfuerzo de los médicos, su cuerpecito no pudo soportar más.
Ahora, su madre, Vanessa, de 21 años, y su padrastro, Luis Fernando, de 29, enfrentan cargos por intento de feminicidio, maltrato infantil y otros delitos. Ambos esperan la audiencia de vinculación a proceso, mientras Karlita nunca debería haber sufrido tanto.