
Un grupo de adolescentes se viraliza en redes al cocinar hot cakes en plena clase, en respuesta a la nueva norma federal que prohíbe alimentos chatarra en escuelas.
Desde el 29 de marzo, la prohibición de comida chatarra en escuelas entró en vigor como parte de una estrategia nacional impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum, con el fin de combatir la obesidad infantil y promover mejores hábitos alimenticios en niños, niñas y adolescentes.
Pero mientras el gobierno federal busca reformar las loncheras escolares, la creatividad juvenil encontró su propio camino… con harina, sartenes y una buena dosis de humor.
Un video que circula en TikTok muestra a un grupo de estudiantes cocinando hot cakes dentro del salón de clases, en plena jornada escolar. Con una parrilla eléctrica y sartén en mano, los jóvenes preparan su desayuno alternativo mientras un texto en pantalla reza: “Nosotros en la escuela porque Claudia Sheinbaum prohibió la comida chatarra”.
El clip, publicado por el usuario @erickck7, acumula ya casi un millón de vistas y ha generado todo tipo de reacciones. Desde aplausos por su sentido del humor, hasta críticas a la falta de opciones saludables reales dentro de los planteles.
En la sección de comentarios, abundan frases que celebran el ingenio:
“Al menos sabrán cocinar”,
“Ojalá no hagan revisión de mochila y ustedes ahí con el sartén”,
“El profe: si me hacen uno, los paso con 8”.
Otros más lanzaron dardos sarcásticos:
“No que un México sin hambre, Claudia, ve a estos hijos de perra jajaja”.
Hasta el momento, no se ha identificado en qué escuela ocurrió el video, ni si hubo sanción para los implicados. Tampoco la Secretaría de Educación Pública se ha pronunciado sobre estas reacciones estudiantiles, aunque el video ya ha encendido el debate.
Y es que si bien la intención del gobierno es positiva —reducir el consumo de azúcares, grasas saturadas y sodio—, muchos apuntan que la norma se implementó sin ofrecer alternativas viables y accesibles para los alumnos.
El caso de los hot cakes no es solo una anécdota graciosa, sino un ejemplo de cómo las políticas públicas aterrizan en la realidad del salón de clases, donde las y los estudiantes no solo enfrentan el hambre, sino también la necesidad de adaptarse con ingenio.
Porque sí: puedes prohibir la chatarra, pero no el ingenio de una juventud armada con sartenes, mantequilla y hambre de reírse del sistema.