Escapar de uno de los países más herméticos del mundo no es una hazaña fácil, y Harry, un joven que logró huir de Corea del Norte en 2013 junto a su madre, sabe bien lo que eso significa. En una reciente entrevista en el pódcast “Tenía la duda”, conducido por Judith Tiral, Harry compartió detalles sobre su vida bajo el régimen de Kim Jong-un, así como las profundas dificultades que enfrentó durante su educación en ese país. Ahora, diez años después de su fuga y asentado en Corea del Sur, Harry ha decidido romper el silencio y revelar lo que realmente ocurre en las aulas norcoreanas.
El sistema educativo en Corea del Norte es todo menos ideal, según Harry. A pesar de que oficialmente se presenta como gratuito, la realidad es que las familias deben costear gran parte de los gastos escolares, desde útiles hasta el mantenimiento de las instalaciones. Este dato sorprende, ya que la propaganda del régimen asegura que la educación es accesible para todos. Harry explica que la calidad del material educativo era extremadamente baja: “Los libros que utilizábamos en clase eran viejos, heredados de generaciones anteriores. Estaban incompletos, dañados y llenos de marcas. Apenas había suficientes ejemplares de algunos textos más complejos, lo que obligaba a los alumnos a compartir los pocos disponibles entre amigos”.
El joven también señaló que, si bien las escuelas son públicas en teoría, los gastos adicionales como reparaciones o remodelaciones recaen sobre los padres. “No hay ningún apoyo del gobierno para estos temas. Si la escuela necesita alguna construcción, son los padres quienes tienen que pagar por ello”, afirmó Harry. Este contraste entre el discurso oficial y la realidad es uno de los aspectos más duros que enfrentan las familias en el país.
La educación en Corea del Norte está totalmente dominada por la ideología del régimen. Harry describe cómo gran parte de los cursos se centran en la glorificación de la dinastía Kim, en lugar de ofrecer una educación global y diversa. “Prácticamente todo lo que aprendíamos estaba relacionado con la familia de Kim Jong-un. Desde el abuelo hasta su abuela, todos los miembros de la dinastía tienen un lugar en los textos escolares”, detalló. Sin embargo, sorprendió al mencionar que el fútbol juega un papel importante en el sistema educativo. “Es uno de los deportes que más se fomenta en las escuelas, y a veces teníamos la oportunidad de ver partidos internacionales, incluso de los Juegos Olímpicos“, añadió Harry.
A pesar del estricto control sobre la información que circula en el país, Harry relató que se les permitía estudiar algo de geografía, aunque temas sobre Estados Unidos y otros países occidentales eran escasamente abordados. “Corea del Norte te enseña a sentir que tu destino está allí, pero te permite conocer un poco sobre el resto del mundo”, expresó. Sin embargo, las clases siempre regresaban a un punto común: exaltar los logros del régimen y minimizar cualquier aspecto externo.
La vida de Harry cambió drásticamente cuando logró escapar de Corea del Norte, y el impacto cultural que vivió al llegar a China, su primer destino tras la fuga, fue inmenso. “Todo era diferente, desde la comida hasta los edificios. Había muchas luces en las calles, algo que jamás había visto”, recordó. Este choque cultural, aunque fascinante, también trajo consigo desafíos emocionales. Aunque Harry hoy vive en Corea del Sur y ha encontrado una nueva vida allí, el peso de su pasado no ha desaparecido. Relató que, a pesar de haber dejado atrás el régimen, su salud mental aún sufre las secuelas de haber vivido en un ambiente tan represivo, mencionando que ha experimentado ataques de pánico en situaciones cotidianas como tomar el metro.