Según una grabación, la joven fue abordada por Diego Alejandro Torres Rodríguez, de 22 años, quien la llevó contra su voluntad cuando ella iba camino a su colegio.
El caso se registró en agosto de 2024, pero el 18 de octubre un juez de control ordenó su medida de aseguramiento en el centro carcelario de Facatativá, tras imputársele cargos por los delitos de acceso carnal violento y secuestro simple.
La evidencia indica que el acusado, conductor de un taxi, esperaba a la joven con el vehículo estacionado.
Cuando la estudiante pasó cerca, el hombre presuntamente la amenazó con un arma de fuego, obligándola a entrar al carro. Posteriormente, se dirigió a una carretera a las afueras del municipio, donde la habría agredido y grabado el incidente.
Según la Fiscalía, la joven no sería la única víctima; existen más videos que confirmarían otras agresiones, presuntamente encontrados en el celular de Diego.
A su llegada a la cárcel de Facatativá, y en el contexto de los códigos internos carcelarios, varios reclusos grabaron un video que se hizo viral en redes sociales.
En el video, se observa a varios prisioneros golpeando y haciendo bailar al nuevo interno, quien vestía una tanga roja, como parte de la “bienvenida” por su presunto delito.
Los comentarios sobre el video reflejan un fuerte rechazo hacia su conducta, enfatizando el rechazo social que enfrentan los agresores en las cárceles.
Este hecho ha reavivado el debate sobre la justicia social y el trato a quienes cometen delitos graves en prisión. Las autoridades penitenciarias se enfrentan al desafío de garantizar la seguridad de todos los internos, incluidos aquellos acusados de delitos graves.
Mientras tanto, la madre de la estudiante de 15 años se pronunció en varios medios de comunicación, exigiendo justicia y mayor protección para las víctimas.
Su testimonio ha resonado en la comunidad, lo que ha generado movilizaciones sociales en apoyo a las víctimas y en contra de la impunidad.
